NUNCA PERTENECERÍA A UN CLUB QUE ADMITIERA A ALGUIEN COMO YO.

dimecres, 5 d’octubre del 2011

Ahora estoy tumbado a los pies de una cama de hielo, con los ojos fijos en una esquina polvorienta de esta maldita habitación.

Ya han pasado los años intensos, en los que la tranquilidad no quiso llegar nunca, llenos de alegría incontrolada vestida de desconsuelo.

Ahora, después de una vida cosida a una moral, pienso en cada uno de los segundos que tengo por delante y las ventanas parecen atajos fáciles de tomar.

He olvidado ya esos vestidos polvorientos del armario, y los gritos y perdones de esa voz angelical.

Solo queda el recuerdo de unos ojos que hacían de una triste vida una feliz existencia. No duermo ya, temiendo que en esas estúpidas horas se pierda esa luz perfecta. Y solo pido que antes de olvidar tus ojos, ahora apagados, vengan a buscarme y me arrebaten las últimas fuerzas que me quedan. Aunque eso signifique dolores inhumanos e incomprendidos.

Cuándo el mundo se vuelva loco...

Obviedades, falsedades, máximas y minimas.... gilipolleces.

Leyendo Twitter, Facebook, periódicos, blogs, solo descubro gente que cree publicar verdades como puños, citando gente que a la vez citó a otra gente. Preocupados por los temas más populares de un día gris de septiembre. En el fondo lo único que hacen es intentar consolar su mente. No tienen tiempo de comentar su triste existencia.

Cuatro libros, tres películas y dos canciones consiguen  iluminar, solo de vez en cuando, las reflexiones y conversaciones en voz baja.

El pesimismo lo cubre todo. Nos planteamos caminos nuevos, caminos viejos. Pero todo parece más lúgubre de lo habitual. Ahora espero de nuevo tu llamada, tu suave voz sobre un frío teléfono rompiendo las rutinas establecidas, que me libre del vértigo que me invade lentamente.

Mientras espero parece que llega el frío otoño, que con su vestido cubrirá  las aceras de este pequeño pueblo. Por fin todo parece ir más lento.