De rodillas, a los pies de tu cama. Sin entender muy bien como llegamos a esta situación. Mis manos ya agrietadas por el frío de este invierno, decidido a quedarse eternamente.
En mi cabeza no paran de estallar ideas y pensamientos, sin mucho sentido. Recuerdo el camino, ese coche en la cuneta, incluso la fecha exacta en la que todo comenzó, pero no soy capaz de vislumbrar el punto y final de toda esta aventura.
Tu voz ya no puede pintar las paredes de esta oscura habitación. Parece que la luz de esta maldita luna llena ha conseguido silenciar tus poesías hechas realidad.
Ahora solo me queda esperar el momento en la que Ella vega a buscarte yo suplique hasta la saciedad que me lleve contigo. Y sarcásticamente me diga que no ha llegado mi momento.
Yo tengo muy claro que mi momento llegó hace ya 28 años.