NUNCA PERTENECERÍA A UN CLUB QUE ADMITIERA A ALGUIEN COMO YO.

dijous, 14 d’abril del 2011

Debo dinero al dinero, al dinero que debo.

De pie, mirándote fijamente a los ojos, pensando que escondes en esa alma que desborda tus pupilas.

Entre las dudas del momento, pensando de quién fue la culpa, intento encontrar la razón de nuestra perdición.

Quizás fueron los buenos momentos mal aprovechados, o quizás fue ese coche mal aparcado en un cuneta, donde el alcohol reinaba en la fiesta de los fugitivos.

Al final me doy cuenta de que la reflexión es absurda, el destino ya había escrito mi camino. Todo lo que haga, lo que diga, incluso lo que escriba, está llevándome a este precipicio. Y si tenemos que volver a las andadas tampoco lo sabremos, hasta el momento en que ocurra y no entendamos las circunstancias que nos llevaron a tomar caminos alternativos.

Así, espero el momento en que no pueda andar más, de tanto andar por caminos andados. Entonces me sentaré junto al camino y mi dedo será el único en participar en la elección codiciosa de un futuro incierto. Y quizás tenga la suerte de que el alma que recoja ese cuerpo maltrecho y medio podrido sea la tuya, pero eso ya es pedir demasiado.




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