Martes. Casi Lunes. Mañana, nervios de noviembre.
La noche del sábado, a las 3.30 de la mañana, descubrimos, acompañados de huracanes, la inmensidad. Intentando andar contra viento. Y yo, aun sin entender los kilómetros de ausencia temporal, conseguí comprender la melancolía que siento al vivir a 600 km.
Porqué como insinúa Borges (el mejor insinuador de la historia), si tomaste la decisión romántica (en el sentido alemán, no en el absurdo sentido moderno), esperas ese momento (en general solo llega en el lecho de muerte) en el que notas el alma a flor de piel, sintiendo. Y es entonces cuando comprendes ciertos anhelos.
Y por mucho que luego, al cabo de eternos escasos segundos, intentes volver a sentirlo, ya es demasiado tarde.
Felicidad, el resultado. Aunque lo que has visto es tu corazón oprimirse. Felicidad de saber que todavía sientes, profundamente.
Pero las olas de Hossegor sirvieron para arrojar todo el dolor que sentí en ese momento, y que estaba acumulado desde hacía mesas. Y ahora a sentir de nuevo, para que la próxima vez no tenga que arrojar nada.
Y, después de esta absurda reflexión que con paciencia has leido, te recomiendo algo de música:
Miquel Abras.
Te recomiendo que empieces por: Promeses ( canción con clara influencia de Bruce).
Luego si quieres puedes seguir por: "Entre mil vidres trencats".
NUNCA PERTENECERÍA A UN CLUB QUE ADMITIERA A ALGUIEN COMO YO.
dimarts, 10 de novembre del 2009
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