Recuerdo nombres de ciudades que ya no existen y países que desaparecieron en nombre de la codicia.
Todavía tengo presentes las hogueras en las que ardieron falsos profetas, brujas verdaderas y algún que otro estúpido bocazas.
Pero no consigo acordarme de mi nombre, del reflejo de mi ser que perdí al seguirte.
Un año después de asegurarte que lo haría, he entrado y leído el blog. Me ha asombrado lo poético que es y también la mala leche de algunas entradas. Está muy bien.
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